«Nuestro cerebro asimila que, si hacemos que un personaje o una situación cambie en dos pasos, parece que habría sucedido de repente, algo súbito. En cambio, si vemos tres pasos, en nuestro cerebro se forma la idea de progresión: ha habido un avance lógico de una situación». (Diana P. Morales, en La regla de tres —Consejos para escribir).
Comentario: ¿Por qué una mesa con tres patas nunca se queda lunanca? Esa es la regla de tres: la santísima trinidad, una combinación de eficiencia mínima y economía de recursos. Tres es el mínimo número de puntos que define un plano, por lo menos en geometría euclidiana; en un diálogo sería el mínimo de elementos para trazar una conversación que no sea intimista. Tres notas bien seleccionadas definen un acorde, un grupo que evoca una nota. Todo eso sería la base de descripciones completas con aires de objetividad. Quizás sea la base de la épica.
Carlos Humberto Llanos
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