«Todo lo renovó Darío: la materia, el vocabulario, la métrica, la magia peculiar de ciertas palabras, la sensibilidad del poeta y de sus lectores. Su labor no ha cesado ni cesará. Quienes alguna vez lo combatimos comprendemos hoy que lo continuamos. Lo podemos llamar libertador» (Jorge Luis Borges, en Mensaje en honor de Rubén Darío).
Comentario: Hay una historia que me contó la escritora cubana Margarita Mateo Palmer, sobre un encuentro entre Darío y el poeta Baudelaire. Darío llegó a París con el objetivo de encontrarse con el autor de las Flores del mal. Lo buscó incesantemente hasta encontrarlo en un burdel. Darío lo reconoció, a pesar de Baudelaire estar con la cabeza agachada, contemplando el suelo; abrió los brazos y dijo algo como esto: «¡es para mí un gran honor estar delante de este gran poeta!». Y Baudelaire, aún cabizbajo, respondió meneando su cabecita: «grande poeta, grande poeta… mierda, mierda, mierda». Dicen que Darío se quedó atónito ante la respuesta del bardo parisino. Me imagino que falleció sin entender bien lo sucedido…
(Convesaciones con Margarita Mateo en Sao Paulo)
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