convencido
de que estarías en breve ausente
vine
a departir sobre cosas irrefutables
y
llegué cargado de postulados
y
de axiomas suspendidos en mis sienes.
Inclinado
a pensar de que estarías lejana
aceleré
mis pasos y todo comenzó a caer de bruces:
mis
cargas, mis tiempos, mis lemas y tu imagen.
Turbado
porque mañana sería un casual ayer
dejé
tirados mis ritmos, mis signos y mis cantos:
todo para que no tuvieras miedo de mis lapsos.
En
duda de que estarías presente ahora
viene
a verte desnudo, casi
omitido, casi ausente:
para
que no sientas ahora miedo de mis trajes.
Cierto
de que te irías ayer, amor mío,
vine
a verte esta mañana, para decirte
algo
que nunca habría de haber dicho
–y
por lo tanto me quedaré callado ahora
para
poder hablarte aquí sobre estas cosas
(Brasilia, noviembre 2012)