río de las aves y por causa de flores silvestres
que aparecen allí sin decir nada. Río del agua que burbuja en el agua —del mar, del riacho que canta, aquel canto, misterioso y risueño. Río por el aire que
mantiene la vida sin cobrar nada, ni intereses bancarios, ni multas por mora. Río del crujido del árbol cayendo en el bosque y del zapatazo de Nikita Khrushchev. Río
de ti, que ríes a ríos y lloras —a veces de balde. Río de mí que me irrito un momento
por sentirme importante en alguna cosa fortuita, en alguna cosa mal-dicha, que no entiendo y
comparto. Río por una causa perdida, misteriosa y callada —y por eso aún bella. Río por el río de mis sueños, que desemboca en aquel lago perplejo, de ondas
vaídas, y que naufraga en el fondo.
Río de los dos, que nos vemos ahora, en Río de Janeiro, con toques amables, que no explican algo —de aire, de mar, de hormigón, de piedras, de poesía concreta. Río de durezas, de futilidades, de mentiras, de alcantarillas, de dolores, de transgresiones —de alucinación. Río de favelas. Y así, querida, no añoro
más que no sea nuestra risa, des-pretensiosa, musicada y bromista. Río de son-risas
(Brasília octubre de 2012)
(Brasília octubre de 2012)