Dicen los físicos y astrónomos que el
universo está compuesto de cuerdas, supercuerdas y membranas. Cuerdas se pueden
unir, dislocarse, produciendo superficies en las que mi amor por ti pueda
reposar. Al cerrarse producen membranas
en donde podremos hacer nuestra casa llena de cantigas, de puertas y ventanas para que la luz entre y, sobre todo, permita que tu alegría contagiosa
pueda alcanzar el infinito que merece. Dicen los científicos que pueden existir
muchos universos (la llamada teoria M), cada uno sería como una membrana
flexible, como una placenta que cura y que protege algo. Con textura blanda,
como la de un gajo de una fruta guanábana, que es dulce y sana hiperplasias
benignas y malignas. O sea, que a un universo único podríamos contraponer la
idea de múltiplos universos, a la que han llamado de Multiverso, o sea múltiples
versos escritos, formando múltiplos poemas, algunos aún no escritos, pero
insinuados y adscritos a tus ojos. Así
nuestro amor está escrito en cuerdas y supercuerdas, y registrado en nudos, como los quipus de
los quechuas (que aún están siendo descifrados), y habita en las membranas, que se rompen
y deforman formando claraboyas, tragaluces y concavidades en los techos,
pisos y paredes; para que podamos así respirar y salir huyendo uno del otro. Dicen los
teóricos que tú y yo también podríamos vivir en membranas diferentes, unidas por agujeros negros, que permiten
visitarnos y decirnos chao. Y que en cada encuentro podríamos engendrar y parir
un poema, ad-verso al miedo, un nuevo gajo, de una fruta que ya somos.
(Brasilia septiembre de 2013)
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