En el principio era el Verbo,
y el Verbo era con Dios,
y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios.
Todas las cosas por él fueron hechas,
y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz en las tinieblas resplandece,
y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
(Juan Evangelista)
El Verbo nos remite a la acción. Pero sólo en el infinitivo representa el potencial (cantar, bailar, llorar); la energía potencial de que hablan los físicos cuando una piedra está pronta para ser soltada desde la torre de una iglesia. Mas cuando entran los actores y las conjugaciones, lo que era potencial aparece como acción (yo corro, él canta, tú bailas). Así podemos decir que al principio era el verbo, mas en el infinitivo. El verbo creador actúa por la conjugación: el verbo se declina con el sujeto (o, al contrario). Si todos los verbos en su potencial fueran uno, tendríamos el principio creador. Y si en Él estaba la vida, y si la vida era la luz de los hombres significa que estos viven desde siempre. Y que la vida está en los infinitivos, e ilumina (y se ilumina) por ella misma. Por eso es sagrada. Y si hay tinieblas es porque olvidamos la sacralidad de la existencia. Así que eternos somos (infiniti-vos hago).