Creo que en algún momento nos hemos preguntado de qué están hechas las narrativas; posiblemente diremos que de intenciones, de palabras, y estas últimas de símbolos, a los que codificamos en letras. De todo esto resultan las poéticas, los análisis léxico, sintáctico y semántico, usados también en la construcción de los compiladores en la computación, para programar los ordenadores usando lenguajes artificiales. Todo nos lleva a procurar fonemas, patrones, significantes y significados, temas que también adoran los linguistas y semiólogos. Pero este tipo de preguntas también ocurren en la física: ¿cuáles son los verdaderos ladrillos con los que el universo está construido? La física de las partículas tiene respuestas: electrones, neutrinos, up-quarks y down-quarks (los protones y neutrones son meras construcciones de quarks). Son solo esos cuatro fundamentos, que representan una nueva y simplísima tabla periódica. El problema es que físicos como David Tonge nos dicen que eso es también una mentira, pues el propio concepto de partícula es falso. Lo que existe son campos cuánticos por todo el universo, que bailan entre sí, y que incluyen también cuatro grandes fuerzas, con aglomerados de energía en ciertos lugares que nos dan a sensación de haber algo sólido (las partículas). Su definición de lo que es un campo llega a ser poética: algo que existe, que tiene un valor en cualquier punto del espacio y que puede variar su cuantía a lo largo del tiempo (tal como la superficie del mar). Así, nuestra idea de solidez se va cuesta abajo, como lo dice algún tango. Tal vez lo que nos queda en la cabeza es la idea del sonido, del universo como canción; hecho de música, con algunas aglomeraciones energéticas (las palabras) y un ritmo mal conocido, que tal vez sepan interpretar los percusionistas latinos, que heredaron el toque tamboril del continente africano.
Para ver la charla de Tonge sobre el universo y su tumbao, con subtítulos en español, hacer click aqui.
P.S. De mi querido amigo Manikkam: «El universo es sólido como los sueños y real como la imagen de un espejo».
(Carlos Humberto Llanos)
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