sábado, 8 de marzo de 2014

Variaciones sobre un tema de don Quijote


Y de lo que le pasó a don Quijote con su sobrina y con su ama, y es uno de los importantes capítulos de toda la historia: "Yo tengo más armas que letras, y nascí, según me inclino a las armas, debajo de la influencia del planeta Marte; así que casi me es forzoso seguir por su camino, y por él tengo que ir a pesar de todo el mundo, y será en balde cansaros de persuadirme a que no quiera yo  lo que los cielos quieren, la fortuna ordena y la razón pide, y sobre todo, mi voluntad desea" —Capítulo VI, segunda parte.

Yo tengo más armas que letras, y nascí más inclinado a las armas, debajo de la influencia del planeta Marte; y me es forzoso seguir por su camino, y será en balde cansaros de persuadirme a que no siga lo que los cielos quieren, la fortuna ordena y la razón pide, y sobre todo, lo que mi voluntad desea. No en balde procuro esa niña lisonjera y huidiza, sé que no existe, mas la vi en cada mañana, en la que despertaré a cada día, pues nascí con las letras como lanzas, y retorno al dios Mercurio para buscar esa trova, que prosea lo que fui, y sobre aquel olvido de lo que profeticé mañana. Forzoso me es detenerme en mi camino y esperar aliento para no caminar un poco, y si me dices que prosiga me detendré más un poco. Yo le huyo a lo que los cielos quieren, y me irrito con lo que la fortuna ordena, sobre todo si ordenar es colocar las piezas en mi cabeza 
en orden creciente, o viceversa. Le suplico a la razón que me explique lo que mi voluntad desea, no en balde soy procurado por esa niña persecutora y loca, y con ideas insanas. Yo no tengo letras ni armas y me inclino más a la espera de que el amor provenga de silenciosa talla, sólo una letra, una palabra suelta, que no basta, para seguir andando, o para seguir inmóvil; procuro el dios Marte para negociar el verso, para pulir mi asta: no en balde procuro esa niña quieta que me atasca al suelo, que me detiene el alma. Mi voluntad desea lo que profeticé mañana y no esperen que despierte del sueño que dejé largado, antes de brotar nascido, pues forzoso es el camino y tranquilo permanecer abierto. Procuro al dios Mercurio para negociar la guerra, que mi lanza se convierta en pluma para repintar tu cara, dibujar el verso, la trova que no para; y será por bien que os canséis de catequizarme siempre. Que los cielos cumplan lo que la fortuna ordena, pues no por mal espero esa niña que llegará mañana, o tal vez ya la vi ayer dibujando un verso, sobre un campo-santo rubicundo y entreabierto. No por huir dejé de ser cortesano para tornarme caballero quieto, sólo para ver mejor a mi rebaño —uso lanzas como plumas para imprimir los versos en mis sienes, y procuro la palabra suelta para huir del orden y seguir el camino que retorna al estreno, y hago alguna bulla antes de parir silencios. No tengo armas sino armarios para guardar recuerdos y al destierro echarlos, pues tranquilo es el camino y difícil permanecer directo. Le suplico a la razón que me deje quieto, y que mi voluntad se alegre de permanecer ingenuo; busco esa niña que me acompaña siempre, y que dibuja versos sobre mi  testa calva cuando sueño austero y quieto.
(Brasilia, marzo de 2014)