sábado, 21 de octubre de 2023

Entre armas y herramientas

Dicen que Karl Marx fue el primero que situó el ser humano como un mero «animal constructor de herramientas», término que tal vez aprovechó de Benjamín Franklin (según Bruce Mazlish). El autor de El capital insinuó que una rama significativa de la arqueología sería aquella dedicada a estudiar los rastros de instrumentos creados por el ser humano, una especie de paleontología herramental.  Las herramientas crean nuevas tecnologías que a la vez producen nuevas herramientas; así, entre una tecnología antigua y una actual, el eslabón perdido suele ser un simple instrumento, tal vez ahora abandonado. Sin embargo, una tecnología puede ser arma, tal como una lanza, una flecha o la quijada que blandió Caín. Es claro que diferenciar herramientas de armas no es trivial. Las herramientas proponen procesos, que pueden ser diálogos convincentes, tal vez este era el perfil de Abel. Las armas prometen resultados rápidos y ahorran palabras, con resultados atropellados. Pero diferenciar herramientas de armas tal vez sea tan espinoso como distinguir agresividad de violencia. La agresividad fincada en herramientas es constructiva y fundamental para fundar procesos. Por otro lado, el amor a las armas puede estar escondido en los fundamentos de la violencia. Las herramientas transitan en procesos, las armas en la solución exasperada de problemas. En la textualidad, la palabra puede ser herramienta y arma al mismo tiempo, a veces tan certera como la flecha que laceró el pie de Aquiles. Un buen texto puede ser mortal, pero preserva algo de esperanza. 

(Carlos Humberto Llanos)