martes, 26 de julio de 2022

Sobre un texto de W. Benjamín (mimetismo)

«No es improbable que la rapidez en el escribir y en el leer refuerce la fusión de lo semiótico y de lo mimético en el ámbito de la lengua. «Leer lo que nunca ha sido escrito.» Tal lectura es la más antigua: anterior a toda lengua —la lectura de las vísceras, de las estrellas o de las danzas. Mas tarde se constituyeron anillos intermedios de una nueva lectura, runas y jeroglíficos. Es lógico suponer que fueron estas las fases a través de las cuales aquella facultad mimética que había sido el fundamento de la praxis oculta hizo su ingreso en la escritura y en la lengua. De tal suerte la lengua sería el estadio supremo del comportamiento mimético y el más perfecto archivo de semejanzas inmateriales: un medio al cual emigraron sin residuos las más antiguas fuerzas de producción y recepción mimética, hasta acabar con las de la magia».

* Tomado de: Benjamín, Walter (2010). Ensayos escogidos. Buenos Aires: El Cuenco de plata. Pp. 149-152.

Comentario«hasta acabar con las de la magia»: no sé si «acabar» se refiere aquí a «eliminar» o a «incorporar». Para el desarrollo de la ciencia, la formación de un lenguaje más preciso y consistente fue fundamental (parece que el griego antiguo se prestó para eso). Si lo que quiere decir es que este proceso terminó con la magia, yo propondría que la magia sufrió otro proceso de mimetización, pero en un  sentido más usado en la biología: aparentar lo que no se es,  para esconderse de los depredadores, del racionalismo extremo, la otra cara del fanatismo. El texto poético encubre lo mágico, el mensaje más allá del texto, creando túneles de conexión, ocultos para la visión racional, permitiéndose el uso de la gambeta; por ejemplo, la parábola,  la metáfora, la ambigüedad y, finalmente, el puñal. Ese es el sentido final de la poesía: rasgar y parar el mundo.

(Carlos Humberto Llanos)

lunes, 18 de julio de 2022

Palabras y toques

Creo que en algún momento nos hemos preguntado de qué están hechas las narrativas; posiblemente diremos que de intenciones, de palabras, y estas últimas de símbolos, a los que codificamos en letras. De todo esto resultan las poéticas, los análisis léxico, sintáctico y semántico, usados también en la construcción de los compiladores en la computación, para programar los ordenadores usando lenguajes artificiales. Todo nos lleva a procurar fonemas, patrones, significantes y significados, temas que también adoran los linguistas y semiólogos. Pero este tipo de preguntas también ocurren en la física: ¿cuáles son los verdaderos ladrillos con los que el universo está construido? La física de las partículas tiene respuestas: electrones, neutrinos, up-quarks y down-quarks (los protones y neutrones son meras construcciones de quarks). Son solo esos cuatro fundamentos, que representan una nueva y simplísima tabla periódica. El problema es que físicos como David Tonge nos dicen que eso es también una mentira, pues el propio concepto de partícula es falso. Lo que existe son campos cuánticos por todo el universo, que bailan entre sí, y que incluyen también cuatro grandes fuerzas, con aglomerados de energía en ciertos lugares que nos dan a sensación de haber algo sólido (las partículas). Su definición de lo que es un campo llega a ser poética: algo que existe, que tiene un valor en cualquier punto del espacio y que puede variar su cuantía a lo largo del tiempo (tal como la superficie del mar). Así, nuestra idea de solidez se va cuesta abajo, como lo dice algún tango. Tal vez lo que nos queda en la cabeza es la idea del sonido, del universo como canción; hecho de música, con algunas aglomeraciones energéticas (las palabras) y un ritmo mal conocido, que tal vez sepan interpretar los percusionistas latinos, que heredaron el toque tamboril del continente africano.

Para ver la charla de Tonge sobre el universo y su tumbao, con subtítulos en español, hacer click aqui.

P.S. De mi querido amigo Manikkam: «El universo es sólido como los sueños y real como la imagen de un espejo».

(Carlos Humberto Llanos)