jueves, 16 de julio de 2020

Tres micro ensayos en si menor


Jaime Jaramillo Escobar escribió en Método Fácil y Rápido para ser Poeta que “el verso ha sido el refugio tradicional de los malos poetas, los falsos poetas, los poetas mediocres”. En verdad el poeta tensiona el lenguaje, como el músico lo hace cuando afina su instrumento. No hay poema sin un lenguaje tensionado y  afinado; así como no hay música sin escalas, sin referencias auditivas. Algunos dicen que las escalas fueron originadas por la digitalización, proveniente de los primeros instrumentos musicales, como la flauta; en donde el conjunto orificios/dedos definen un alfabeto, que da origen a las gramáticas, y a los posibles elementos semánticos, a los textos musicales. Podríamos preguntarnos si hay música sin escalas, tal vez sí, mas la construcción de un lenguaje seria mucho más complicado, o debería ser más sutil, tal vez en micro escalas; o en la ausencia de ellas tendríamos que aventurarnos a espacios más sutiles, no transitables para la mayoría de los humanos. Así como la naturaleza prefirió los saltos de energía, que ahora llamamos saltos cuánticos, nuestra psiquis, por algún motivo, escogió las escalas, y las palabras para establecer la comunicación. Música sin escalas y textos sin palabras solo son posibles en los principios del arte, tanto en su sentido temporal como espacial. En este último podríamos hablar del ámago del arte, en su fundamento, la poesía en su origen, que sólo puede ser experimentada. Así el verso, en su esencia, no es una forma, pues en el leguaje afinado el ritmo resulta de manera natural, es intrínseco, y aún plausible de aparecer en la forma de prosa. No creo que el poeta tenga que transmitir un mensaje, pues como dijo McLuhan el medio es el mensaje, y este último surge del lenguaje tensionado. Es el lenguaje el que crea el poema; no es el poeta el que autora, sino que este se apropia del resultado.

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Yuval Noah Harari dice que nosotros siempre hemos vivido en la era de la pos verdad, pues dependemos de crear y creer ficciones. Desde la edad de piedra, los mitos que se refuerzan a sí mismos han servido para unir a los colectivos humanos. Dice también que somos los únicos mamíferos que pueden cooperar con numerosos extraños porque sólo nosotros podemos inventar historias de ficción, difundirlas y convencer a millones de personas de que crean en ellas. Y finaliza diciendo que humanos conquistaron este planeta gracias sobre todo a la capacidad humana única de crear y difundir ficciones, que les permite andar y actuar en grupos. Sin embargo Harari omite que nuestro cerebro ya crea la realidad como una ficción, como una narrativa, construida y digerida como conciencia individual. Como historiador sabe que no es posible reconstruir una historia completamente, incluyendo su propia biografía. Y tal vez sepa que, según la neurociencia, nuestro cerebro constantemente está ocultando datos e inventando otros para construir nuestra percepción del mundo. Pero también se lo olvidó que los lobos, felinos y coyotes andan en bandos sin necesitar crear mitos, ficciones y religiones. Detrás de todo hay una narrativa, y detrás de toda narrativa persiste un soporte mediático. Y descubrirlo, en su propia dimensionalidad, sería llegar al centro.

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Creo que sí, las cosas ya están diferentes y serán cada vez más en esta época de peste que procedió a la fase de la lujuria y la superficialidad. Él único que está seguro es mi amigo Álvaro José Payán, que tiene un bello espacio, una bella tierra donde podrá plantar y criar gallinas para recoger los huevos para alimentarse. Yo he estado meditando mucho, haciendo mis baños depuradores del aura, que no me dejan pensar tanto en Lauras, Blancas y Marías, ni en los detalles del fin del mundo, tal como lo conocemos. No creo que el problema sea la comida, pues aprendí con Max Neef que no hay problemas para resolver, solo existen procesos de los que yo hago parte (quizás ustedes también, mis caros amigos). Tal vez sea difícil leer esto de las manos de un ingeniero que resuelve problemas técnicos con sus alumnos, a cada día. Detalles aparte, yo también oro, los versos de oro de las escrituras. Pues si estamos orando, no estamos pensando en pendejadas, ni preocupados por el vecino; y si pedimos por alguien por lo menos estamos pensando en algo diferente de nuestras barrigas. No creo que pedir por la salud de una persona sea una bobada, pues la materia es mente condensada, y se elevamos el pensamiento estamos apuntando hacia algún lugar, tal vez para ayudar, y de rebote para ayudarnos. No creo que la neutralidad deba ser falta de acción; pues si este tipo de cosa fuera practicada por un médico no tendríamos cirujanos, ni clínicos que nos recetaran una aspirina. Una caricia compasiva suele ser tan potente como un antibiótico, en este mundo tan lleno de desencuentros y ansiedades. Hay testimonios de gente que verifican que cuando un grupo de personas meditan, en conjunto, los índices de violencia local suelen bajar. Mas como meditar es minoritario tenemos lo contrario; por ejemplo, los vándalos que salen de los estadios de futbol a robar, atracar, tal como me sucedió a mí en un plácido domingo cuando salía de cenar con una bella amiga, que no veía hace 30 años… Casi nos matan a los dos. Nuestras mentes pueden ser proyectadas para ayudar; pero claro que el resultado dependerá de los procesos que los destinatarios estén pasando. Pero siempre se nos dice que es mejor intentar ayudar, cuando se nos pide, sin pensar en los resultados, que quedarnos de brazos cruzados, practicando una neutralidad inerte. Si el Cristo lloró por un amigo muerto y lo trajo al mundo de nuevo, ¿por qué yo no iría a intentar hacer lo mismo, guardando las proporciones? En mi escueto credo aún cabe la compasión y la mano amiga que acaricia y da consuelo, mismo que me tilden de bobo. Recuerdo los versos de Paulo de Tarso, con el que he peleado mucho, pues siempre me pareció un vergajo: “El amor no pasa nunca. Desaparecerá el don de hablar en nombre de Dios, cesará el don de expresarse en un lenguaje misterioso, y desaparecerá también el don del conocimiento profundo. Porque ahora nuestro saber es imperfecto, como es imperfecta nuestra capacidad de hablar en nombre de Dios; pero cuando venga lo perfecto desaparecerá lo imperfecto”. Tal vez el día que escribió eso debía estar soyado, después de practicar alguna técnica oculta, o usar una medicina sagrada.

(Karlsruhe, julio de 2020)

lunes, 22 de junio de 2020

Caminos y retornos

Entre varios caminos posibles elegí uno, aquel que me brindó afecto y consideración. Vadeé por él durante años; al final lo abandoné para buscarte sólo, escrutando dentro de mi corazón. Qué asustadora libertad me has dado, Señor: elegir entre la cripta de los fundamentos teóricos y teológicos, u optar por ser un hijo en tu regazo sacro.

(Karlsruhe, julio de 2020)

martes, 21 de abril de 2020

Infinitivos


En el principio era el Verbo,
y el Verbo era con Dios,
y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios.
Todas las cosas por él fueron hechas,
y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz en las tinieblas resplandece,
y las tinieblas no prevalecieron contra ella.

(Juan Evangelista)



El Verbo nos remite a la acción. Pero sólo en el infinitivo representa el potencial (cantar, bailar, llorar); la energía potencial de que hablan los físicos cuando una piedra está pronta para ser soltada desde la torre de una iglesia. Mas cuando entran los actores y las conjugaciones, lo que era potencial aparece como acción (yo corro, él canta, tú bailas). Así podemos decir que al principio era el verbo, mas en el infinitivo. El verbo creador actúa por la conjugación: el verbo se declina con el sujeto (o, al contrario). Si todos los verbos en su potencial fueran uno, tendríamos el principio creador. Y si en Él estaba la vida, y si la vida era la luz de los hombres significa que estos viven desde siempre. Y que la vida está en los infinitivos, e ilumina (y se ilumina) por ella misma. Por eso es sagrada. Y si hay tinieblas es porque olvidamos la sacralidad de la existencia. Así que eternos somos (infiniti-vos hago).