jueves, 20 de octubre de 2016

Labores y pasiones (un texto de Blanca Ramirez)


Si vas por cualquier calle de ciudad, camino empedrado, o camino veredal verás muchas mujeres (sabemos que somos más cantidad que los hombres) y cada una será definida por el traje, el cabello, una bolsa, carriel o jícara sobre su hombro. Entonces yo, que crecí entre agujas, lanas, hilos, cabuyas teñidas, me dediqué un día, con toda la satisfacción que proporciona trabajar en lo que te gusta, a la marroquinería. Por ello doy gracias a Dios que me permite, con el empuje de mi marido, de mis hijos, de mis sobrinas y de una operaria, hacerlo. Con los cueros utilizas casi todos los sentidos: su olor es peculiar, a la vista es hermoso, cruje si está muy seco y al tacto sientes su textura. Primero lo escoges, lo estiras, lo cortas, lo pegas, lo dobladillas, lo coses, lo entintas y finalmente: allí lo tienes. Puedes usarlo para cargar documentos, maquillajes, ropita de un bebé, libros, un computador y hasta a un perrito. Que elemento tan servicial. ¡Cómo te aprecio mi bolso!

Blanca Ramirez (Barranquilla, octubre de 2016)

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