La cosa, la idea y el número: lo aristotélico, lo platónico y lo pitagórico, en seguidilla. Se me ocurre que la cosa y la idea también son números; digo, secuencias de números binarios, por eso caben en un computador, en la forma de textos y modelos matemáticos (ideas en forma de ecuaciones) codificados en cifras escritas con solo ceros y unos. La binaridad no pertenece a la cristiandad, pues está última es adicta a la trinidad (por ejemplo, entre cielo y el infierno concibieron el purgatorio). Y ya entre el bien y el mal los romanos, precursores de la vaticanidad, habían inventado la legalidad: algo puede ser errado y ser legal, o viceversa. Tal vez lo binario Buda lo tocó con su sagrado dedo, pero solo el gringo Claude Shannon lo puso en evidencia, cuando colocó a disposición la lógica de Boole para resolver un problemita de ingeniería: susurró bajo y abrió pasaje para lo digital. Cualquier papa atento lo hubiera excomulgado sin piedad...
(Carlos Humberto Llanos)
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