domingo, 14 de julio de 2024

Arte e Inteligencia Artificial, una posible respuesta a mi amigo Fernando Rivera


Querido Fernando, ¿tú me preguntas si el arte  puede ser creado por una máquina? Hombre, estás haciendo preguntas difíciles de responder, y tal vez no haya respuestas satisfactorias. Dicen que Poncio Pilatos se lavó las manos ante la imposibilidad de indultar un súbdito en el oriente medio; tal vez le faltaron cojones, o estaba con prisa, o simplemente asombrado. Y tal vez yo me lave las mías, más por este último motivo. Pero lo más relevante fue que dijo algo como «lo escrito, escrito está»; o sea, determinó que lo textual era más importante que lo verbal, algo ahora defendido por Derrida y seguidores, tal vez ya era una idea romana. Y el concepto de textualidad para estos sujetos es extendida y abarca todo lo que pueda ser usado para la representación; creo yo que incluiría el arte, pero no estoy seguro. Pero la textualidad «pilatiana» tiene una acción mediadora específica, algo como un extraño “buffer”, que puede ser actualizado solo una vez y todo lo que es retirado de sí gana un carácter de eterno e indeleble; pero puede y debe ser interpretado a cada lectura, tal como lo hace cualquier tipo de sacerdote al escuchar un oráculo; tal vez un abogado pueda aportar algo a esta idea, usando el concepto de ley en el aparato jurídico. Y no quiero decir, por el momento, que los abogados son los curas de la jurisprudencia. Intentando responderte, te digo que mi amigo César Giraldo sospechaba que toda obra artística permanecía creada en algún estado fluctuante, sin importar quién la hizo, pues sería irrelevante, y que el artista era solo un pescador de ideas en cualquier masa acuática, inclusive en el mar muerto. Si la obra es descubierta por algún artista o por una máquina sería algo indiferente, y contingente. Esta idea podría ser escalada, pues cada elemento del universo podría ser una obra de arte, o un texto con una estética definida, a veces desafiadora o aterrorizadora, pero esa emoción, u opinión automática, va a depender de un personaje turulato llamado «observador». O podríamos imaginar que toda dinámica textual es un umbral donde surgen los textos como bebés y algunos de ellos son prodigios. Perdóname que te coloque ejemplos raros, como el caso de la física moderna, donde existe la idea de que las partículas pueden surgir espontáneamente de fluctuaciones en algo denominado campo cuántico, y en ese surgir no tienen masa. Solo cuando se enfrían y comienzan a hacer coreografías con el Otro, parafraseando Derrida y Lacan, encuentran sus restricciones, su masa y, por carambola, sus realidades: a ese otro los físicos lo llaman campo de Higgs. En el campo textual, las restricciones son  los  posibles  léxicos, sintaxis y semánticas que trabajan los lingüistas. Ahora, diciéndote estas cosas, veo que surgieron en mi texto los términos campo cuántico y campo textual haciendo coreografías ante mis ojos; te juro que lo hicieron sin mi consentimiento... Es que esos físicos modernos, que tanto veneramos, siempre se nos meten en los paseos, y aquí yo corro asombrado, a lavarme de nuevo las manos.

(Carlos Humberto Llanos)

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