lunes, 27 de febrero de 2017

De la fama (un diálogo con César Giraldo)


Los profetas, los rapsodas son ciegos, dice la tradición, por la proximidad de la luz (Gramáticas de la creación George Steiner)

El centro del poder macondiano no estaba en los Buendía, sino en el rastro de Melquíades, un gitano arisco, errabundo y solitario (César Giraldo). 


Carlos, eso de la fama es un fenómeno reciente, ¿tú podrías decirme que Beethoven era famoso en su época? Y hasta pondría en juicio que lo sea hasta ahora: yo diría apenas que sería  un personaje “conocido”. La fama es un fenómeno mediático, contemporáneo, casi simultáneo con la aparición de las artes audiovisuales.  Y surge simultáneamente con la reclusión del poder: reyes, príncipes y presidentes pasan a ser sólo figuras representativas, pues el poder verdadero se oculta cada vez más. ¿Te imaginas un John Travolta o un rey Pelé en la época de Julio César? Serían muertos y condenados, inmediatamente, por ultrajar la potestad de los dioses. Y te digo, que a partir de esto, toda teoría conspiratoria tendría algo de verdad. Si hay cada vez más estrellas faranduleras, en el firmamento mediático, es porque el foco del poder está disimulándose cada vez más. Estrellas que encandilan,  falsos profetas, meras marionetas de titiriteros furtivos. 

Conversaciones con mi amigo César Giraldo (São Paulo, años 90)(Brasília, febrero de 2017)


1 comentario:

  1. Ah Carlos, la fama! Creo que debemos retomar a Ludwig Wittgenstein cuando habla del papel dinámico de las palabras en la estructuración lógica del razonamiento. Desde este punto de vista, la fama es el hecho que implica el reconocimiento de las cualidades de una persona en el ámbito de un conglomerado social, hasta ahí el aspecto semántico de la cosa y dentro de este contexto, la fama siempre ha existido. Ahora bien, desde el punto de vista de tu amigo César G., creo que debemos enfocarnos por otro lado; yo creo, que y estoy de acuerdo, que las redes sociales han promovido un auge inusitado de diseminación de la estupidez convertida en fama a la velocidad de la web, atribuyendo cualidades a cualquier pendejo que haga o diga alguna barbaridad "memorable". Y aquí debemos detenernos a analizar el dinamismo, no sólo de las palabras en cuanto a conceptos, si no en el "ejemplo" a seguir en cuanto la estupidez hecha fama, crea un falso modelo replicable. Desde este punto de vista, cabe la afirmación de tu amigo César G. El poder esta en las manos de quienes promueven la estupidez como norma, guiar borregos es más fácil y útil que adiestrar lobos. Y claro, para guiar borregos es necesario implantar al borrego mayor ( Trump, Oprah, Maduro -con el respeto debido-).

    La estupidez es mas contagiosa que la gripa. El único antídoto que conozco es la capacidad crítica. Debemos promover en nuestros jóvenes y contenporáneos la virtud de la crítica acerba y consistente como única defensa. El siglo XXI aún no empieza, pero la fanfarria que lo anuncia produce escalofríos!!!!

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